Añoranza


Una noche, 4:32h de la mañana, la espalda rota y Sueño me espera en la cama. Ojos entrecerrados a causa de la luz y una alegre melodía que no alivia mi inquietud.

Fotos y más fotos pasan por delante de mí, de las más recientes a las más antiguas.
No puedes evitar mirar un rostro y revivir aquel momento inmortalizado casi con la misma intensidad de como fue y eso te remueve por dentro.
Esas fotos, principalmente se componen de personas pasajeras o inamovibles. Les recuerdas con cariño y a otras no, anhelas lo vivido pues los tiempos antiguos siempre se consideran mejor, pero el mundo se para al encontrar un instante en el que dos miradas se funden, dos expresiones se abrazan y crean una conexión tan especial como la vida misma. Dos sonrisas que se sonríen diciendo tanto, tanto que no hace falta saber que ocurre. Naturalidad, espontaneidad, complicidad y buenaventura se quedan cortas frente a la palabra amor.
Pero de un chasquido, todo se rompe y vuelves a aceptar la verdad, la transformación y comparas como cambian las cosas que más amamos; como te acostumbras a verlas cada día sin que te duela finalmente, conformándote sin remedio con su nueva forma.
A sabiendas de que no cambiarán, que el dolor se atesoro sin consuelo y que nada puede ser igual no puedes evitar ver que la naturalidad que poseíais se ha tornado artificiosa, la espontaneidad en precaución, la complicidad en distancia y la buenaventura en frialdad.
Hemos crecido a peor o a mejor quien sabe, pero lo hicimos por senderos separados. Aún así, cuando te miro, el pasado aparece insondable paseando por mi mente que no olvida, como nos comíamos el mundo la una por la otra y se dibuja una inevitable sonrisa cargada de cariño, melancolía y soledad.




Pólvora Voraz

 -  Lo que el fuego y la pólvora unió en un beso voraz hoy desaparecerá en las aguas de este río mas no quedarán ni las brasas. Tu recuerdo dejara de perturbarme y el dolor se marchara de mi corazón.- dijo mientras contemplaba absorta el anillo de plata en el que se leía mi nombre y cerrando los ojos alzo su mano, decidida. Lanzo nuestra alianza con rabia, angustia e incluso amor y vio como desaparecía en las aguas turbias de la noche.-
Se levanto del embarcadero y se dispuso a marcharse con una sonrisa melancólica en el rostro. Se apartó los cabellos oscuros que removía el viento con fiereza y sus pasos se perdieron en los adoquines del paseo.
Su lasciva belleza volvió a crear espasmos en mi piel. Esos ojos oscuros que reflejaban su corazón en pedazos y al mismo tiempo su fortaleza interior desatada, esos labios carnosos púrpura y esa piel tostada hacían más evidente el error.
Saque mi cartera y miré su foto, necesitaba ver su rostro de nuevo. Se me escapo una sonrisa mientras la contemplaba y no existió mundo más allá de la imagen que veía. Te necesito, dijo la voz de mi alma… te necesito solo a ti.
No podía perder más tiempo, tenía que encontrarla.
<<Corrió y corrió, su mirada la buscaba desesperadamente entre la multitud, su corazón latía con más ritmo a cada segundo que se acercaba a ella.
Adivinó su figura, sus sentidos se agarrotaron y la esperanza se poso a su lado. Se plantó a escasos centímetros de sus pies. Ella parpadeaba, no creía lo que veía. Sus pasos se detuvieron en seco y lo miró a los ojos, desafiante. >>
Mi pulso enloqueció, el corazón subió hasta mi garganta y escupió:
-Te quiero.
Unos segundos insondables fueron ocupados por miradas de desesperación y rencor.
- No te creo nada, ahora no. Ya he sido bastante tiempo juguete de tus mentiras. –Logró articular mirando hacia el río desde el puente.
- Perdóname, ¡perdóname! ¡Me equivoque..! – Cayó rendido sobre sus rodillas. Levanto su mirada hacia los ojos de su amada suplicante. Ella siguió andando como si no le hubiera visto.
Uno, dos, tres. Se volvió y observo como el joven saltaba la barandilla precipitándose al vacío de las aguas.
-¡¡Noooo!!
Sus piernas se movieron más rápido que los latidos de su corazón hasta asomar medio cuerpo para ver desaparecer a su amado en el fondo del cauce.
Sus dientes empezaron a castañear, sus piernas no la mantenían en pie. Sus ojos se cerraron con fuerza empañados en lágrimas y oscuridad. El sentimiento de ansiedad atravesó voraz su pecho.
      La gente se acerco despavorida para ver que ocurría y ella, dijo adiós a su realidad.




Ella


Ella, prisionera de su mundo allí se encuentra, en la alta torre de la mansión de piedra. Su silueta recostada en el marco de la terraza, la luna tiñendo sus cabellos de plata, removidos por la brisa de esas noches de verano. Su foránea belleza despertaba perturbadora y su vislumbrada mirada esbozaba retazos de aleatorios recuerdos… Ella, imagen de la soledad bordada en la desesperación, pasaba noches contemplando la metrópoli y sus calles y callejuelas como el público ensimismado en la actuación.
A veces, se levantaba de su asiento en la penumbra y se miraba en el espejo, las yemas de sus dedos se posan en él y a medida que los segundos avanzaban la presión de ellos se acrecentaba como si quisiera traspasarlo. Su mirada, escrutando detenidamente cada parte de su cuerpo, se tornaba a la más incrédula inocencia, aquella que conseguía brotar el llanto desalentador, y rompiendo las puertas del desconsuelo asentado en su pálida tez, se sentaba de nuevo entre pasos desvalidos a contemplar el espectáculo.
Le gustaba imaginar desde lo alto, como serian las vidas de esas personas que pasaban unas a prisa y otras pausadamente, de esa muchedumbre que llevaba el espectro de la alegría consigo o de aquellos otros que no tenían esa fortuna.
En la angosta noche, una niña con su madre pasaba por los alcances de su visión, la mujer miraba a su retoño con dulzura y le cogía su manita con la delicadeza que tratamos aquellos objetos que pueden romperse. La sonrisa cálida prendida en el rostro de la pequeña era dirigida por sus pasitos diminutos unidos a los de su madre que resonaban en  los adoquines de la calleja. Su mente comenzaba a evocar aquellos recuerdos encerrados entre las paredes de su cárcel, aquel lugar que se prometió no volver a pisar.
 Un mar de ausencias se apodero de Ella y perdió el control sobre sí misma. Se vio embargada por los sentimientos tanto tiempo omitidos y no pudo evitar vivir lo vivido.
Momentos inmortales pasearon a su antojo por la mente, danzaban unos con otros, se sonreían y Ella cada vez podía soportarlo menos pero a la vez se daba cuenta de cuánto ansiaba tenerlos.
La nostalgia y el olvido acogieron su corazón, lo llenaron de consuelo por un pasado negro y gélido.
Sus ojos perdidos no miraban a ninguna parte, miraban a un mundo interno corrompido por el tiempo y no quería olvidarlo, quería regocijarse en su perdida y dolor, quería sentir por sí misma.
 Se dirigió a su odiado reflejo, no podía soportar más que le mirase, no podía soportar ver en sus propios ojos la ansiada libertad y en un golpe de olvido y rabia, rompió a pedazos su otro yo.
Su corazón dolía cada vez que respiraba el abandono que se esparcía. Cogió un cristal sin dudarlo y cortó cada trozo de piel hasta calmar el desorden que la acusaba.
Rubíes corrían hacia el suelo sin obstáculo despuntando por dedos y pies, barbilla y cuello.
Se sintió en paz, por una vez en años. Ahora jamás se sentiría sola pues ellos recordarían cada filo de sus recuerdos, su eterno dolor palpable ahora la hacía destronar cada atisbo de irrealidad. Su mirada tintineaba canciones de vida, y mostraba un interior vacio, sin ruinas de recuerdos, dispuesto a llenarse de su propia utopía.
http://www.youtube.com/watch?v=D1DVNAlK9Sg&feature=plcp

Esencia


El círculo es la figura geométrica más perfecta. Solo la Madre Naturaleza puede comprender su sublime forma porque se compone de miles de ellos, de bucles interminables de vida. Esta unión de esferas no siempre es perfecta pues en ocasiones algo falla y se desvanece o se enturbia, es imprevisible.
Este conjunto es mi vida temporal e interna. Este color es la unión de todos aquellos con los que me identifico.


Lo interpretado es lo vivido,  lo indefinido es el futuro que no alcanzo a adivinar.
En lo ocurrido están mis huellas de error y mis huellas de acierto, las de indecisión y desconcierto.
La Esencia es aquello que te hace único ante el mundo, aquel conjunto inmutable que solo el poseedor tiene y que nadie podrá quitarle.
Lo venidero muestra caminos nublados y caminos con atisbos de luz que son los que motivan la existencia de todo ser.
Por último la ruptura del lienzo. Una marca de bordes imperfectos, rompedora del orden y armonía: cautivadora del espectador. Ella marco mi existencia desde la niñez y no merecía un lugar menos digno, menos importante.
Somos acto y consecuencia, somos circunstancias. El camino te marca por los obstáculos y el tiempo no pasa en vano  que tiene como resultado La Esencia.


Elisa María Jiménez González, Planetesimales, 2012.
Óleo sobre tela, 46 x 38 cm

La Catedral


Espero que las fisuras del tiempo no se hagan demasiado profundas, ni tampoco las de un día a día. Espero poder llenarlas de un material más duradero que la propia erosión que sufrieron, algo permanente, algo que consiga hacerlas inmutables.
Muchos ni siquiera saben de su existencia, es muy difícil conseguirlo. Espero llegar un día a alcanzarlo más no puedo estar lejos, los sentimientos deben ser su primer componente y yo os quiero con locura.


Los contrafuertes estaban colocados a fuego. Durante mucho tiempo aguantaron el peso de los toscos muros; resistieron heladas, tempestades y altas temperaturas, hasta que un día el sol abrasador derritió el fuego que los unía y los muros se abrieron.


Cementerio de un monasterio bajo la nieve - Friedich

Noctámbulo Cielo

Una noche de domingo sombría, con nubes plateadas cubriendo su cielo.
Unos andares inquietos en una estación de autobuses, una despedida sellada con un beso, un te quiero y un hasta luego sonaron en el aire espeso.
Me subo al autobús, dos minutos me salvaron de perderlo. Con el nerviosismo todavía corriendo por mis poros busco en mi mochila la cartera, la abro y dentro de ella las monedas salieron despedidas unas al suelo y otras a la papelera que estaba justamente debajo. Poso la tarjeta para que pique en la maquina y me agacho para recoger la moneda del suelo, la de la papelera... ya no importa.
Miro al fondo del autobús buscando una cara conocida, imagino una historia que razone porque debería estar allí, pero no la encuentro. Me dirijo al fondo y a medida que avanzo, menos me gusta los rostros de los hombres que se sientan en los asientos, tenían miradas tristes y melancólicas, algunas difíciles de descifrar así que retrocedo y busco los asientos de cuatro, solitarios.
El conductor pone en marcha el aparato y me dispongo a colocarme los auriculares para aislarme de ese ambiente grisáceo.
Una chica se monta en la siguiente parada enfrente de mi, su rostro conocido me hizo recordar tiempos pasados en los que eramos compañeras de clase y ahora ni siquiera nos saludamos. Sus ojos verdes tenían un ambiente triste y su postura recatada era una barrera para desconocidos.
Aleje la atención de ella. En mis oídos sonaba la radio entre vaivenes de la carretera, una canción muy familiar que cantaba con una persona me llevo a aquellos momentos en los que nos regalábamos sonrisas mientras nuestras voces se unían al unísono y nuestras miradas delataban complicidad. Las ausencias pasearon libremente por mi mente rememorando esos tiempos que no volverán. A veces los echo de menos fervientemente.

El paisaje se acomodaba a mi lado, pasaba correteando delante de mis ojos, no paraba un solo instante y aunque lo miraba realmente no lo hacia.

Llegue a mi destino sin darme cuenta conmovida por mis pensamientos y la banda sonora que tenia de fondo. Pulse el botón para la siguiente parada y me desplace a las puertas traseras; al llegar la puerta se abrió y el frío escalo entre mis medias hasta llegar a mi piel. Baje del autobús y las puertas se cerraron tras de mi violentamente. Estaba sola entre aceras mojadas por un pequeño chaparrón, luces de sombras y sonidos desolados. Camine ante una estampa sin atisbo de belleza, cruce la avenida y encontré una puerta abierta que antes tenia un significado y ahora me limita a pasar de largo. Doble la esquina y el viento ya no me mecía, las calles no me seducían, no tenia armonía pues la noche lo cernía todo bajo su cielo de ceniza.







Lazos

Destruyeme el alma con cada atisbo de verdad. Muestra aquello que creí certero y que solo fue un equivoco, fantasía apilada en estanterías de corcho, ahora llega el agua y lo erosiona todo.
Rescato los restos de destrozos que se averiguan en las profundidades con esperanzas de un nuevo amanecer y cuando la luz los acaricia ya no son lo que pensé, creí e imagine. Se transforman en cordones que enlazan mis manos y sé, que no se soltaran hasta que acepte su nueva apariencia pero lo cierto es que no quiero hacerlo. Tiro, y tiro, no se sueltan, los lazos son más fuertes, yo los hago fuertes, solo yo soy su sustento. Poco a poco un color se tiñe de ellos, un rojo cadmio mezclado con azul añil pasean por mi atadura destruyendo por fin mi débil armadura.


La duermevela

Deseo... yo deseo... dormir bajo tu manto una noche más.

El manto de estrellas que pones cada noche sobre mi cabeza, que me calma y entretiene a contar cada haz de luz del fondo tenue. Arropada por tu brisa, escuchada por tu cielo, serena por tu vigía me adormezco cada crepúsculo con tu abrazo como abrigo y tus recuerdos como dulces sueños.
Mis anhelos no se rompen a pesar de las estaciones, y mi piel no se arruga aunque el Rocío la toque cada amanecer porque hace tiempo comprendí que soy un nómada de sentidos, que no encuentra un sitio al que sentirse unido pues la monotonía no va conmigo y la perseverancia se quedo en el camino. 

Mi fieles compañeros, la noche y sus astros son los únicos que conocen mi destino mas ni yo misma se donde voy ni donde moriré.

Boceto - Luis Royo