A pesar de todo, te pienso

 "¿Sabes? No soy solo un cuerpo.

Lo que puedes observar en una fotografía es una mera representación física de una forma heredada biológicamente, curtida por la experiencia y cuidada con cariño.

(Aunque a veces no tanto).

Soy un torrente sanguíneo que respira pasión y se estremece con el simple roce de un dedo. Mi piel, mis huesos, mis aristas, mis vértices y mis cicatrices conjugan un mero envoltorio que utilizo para impregnarme de lo que existe fuera, lo que me rodea, y poder devolverte mi visión al respecto.

Mi punto de vista. Mis reflexiones y mis inflexiones. Mi ser. 

(Algo que no se puede intuir en una simple fotografía).

Soy un vehículo conductor sobre el cual circulan infinidad de sensaciones, sustancias y energías; las cuales recopilo, organizo y observo con singular detenimiento. 

Lo verdaderamente importante se aloja en mi interior: en mi corazón fulgurante y en mi cerebro sediento de nuevos estímulos; eso que late, emociona y corrompe; eso que estalla, incendia y arrasa.

Soy un derroche de deseo, hormonas y conexiones que hacen de mí un particular mapa sensorial que solo logran interpretar quienes saben mirarme con otros ojos... 

¿Tú te atreves?

En una imagen solo se contempla una silueta formada por átomos dispuestos de una forma concreta. La magia está dentro. Debajo de ese papel de regalo se esconden infinidad de desvelos y fortalezas, de libertades y ansias...

Esta soy yo y algo más ¿Has podido hacerte una idea?"



Alejandra G. Remón

La podredumbre nos ha invadido cada poro,
las venas se han corroído del oxido,
desapareciendo en cada atisbo de realidad perpetua.

El silencio es mejor que el ruido
de una conversación invadida por el desasosiego de la perdida.

El dolor, la noche y un suspiro,
golpes de fuego y olas verdugas,
el adiós clama al cielo,
verte amanecer es el segundo plan
y el tercero,
una balada triste interpretada a piano en la sonata patética.

Ya te has ido, no he podido hacer nada,
ya te has ido y el olvido, tu mirada y los miles de abrazos que me diste dejaron su calor impregnado en fantasmas.

Estoy mejor sin ti,
decía la piedra.
Estoy mejor sin ti,
decía la reina.
Estoy mejor sin ti,
nada queda...

Tus ojos, tu piel morena y el aroma a sexo en tu habitación,
un milenio, un reclamo, un día y la condena.

El vértigo se disipa con el haz de luz que irradia el camino.
- ¿Ves el horizonte?
- A mi me queda muy lejos.

La planta de mis pies se apoya en tinta negra, dándole tierra a cada uno de mis pasos, sintiendo que pronto podré correr, más que antes incluso, porque mi mochila está dejando atrás el peso que me hacía ser quién soy, o eso creía.
Voy a soltar la cuerda del pretérito pluscuamperfecto a ver si así logro darte mi calor, olvidar mi guarida de secretos, que tan celosamente he guardado y privar del miedo al espejo que me atraviesa.

Uno, dos, tres, siento el interior de tus labios, a golpe lento.
Cuatro, cinco, seis, tus manos y el invierno de mi sueño.
Siete, ocho y nueve, verdad o atrevimiento.
Diez... la mejor versión de la canción que no creí poder escribir.

Inoportuna


Si no lo veo, subyacen aquellas gotas colmadas de verdad,
la incertidumbre nubla,
las cicatrices abundan,
la fortuna escasea
y tomas el camino del que prometiste aprender para no volver a pisar.

Corres hacia el futuro
eligiendo tu presente con cuidado,
a sabiendas que se truncará en cualquier momento
y tendrás que volver a empezar.

El control no te pertenece,
la lengua te puede,
el arrojo te domina
y pierdes.

Míralo, se marcha,
agotaste todas las oportunidades.

No estas preparada
¿Lo sabes?

La culpa




La luz se ha hecho ante mí y ahora sé que la culpa es mía.

Soy la causante de que te hayas ido y si confesara mis actos, perdería la palabra.


Te mereces SER como quieras, y yo te destruí por dentro y por fuera, fui un ser ruin y despiadado, pero inconsciente.

Lo siento, te cargue con el peso de la rabia sin ver la mía, escondida entre los matojos de mis pensamientos misericordiosos.

Tengo lo que merezco, el dolor de perderte.

























Eres mala, me dijiste un día, tenías toda la razón.

Ya no puedo



Las decisiones que tomas pueden cambiar tu vida del día a la mañana por eso les tengo tanto miedo.

Ya no puedo llamarte amor,
te has esfumado y ni una palabra me debes ni crees que merezca.

He sacado todo lo malo de mi y estoy sumida en el infierno de mis pensamientos,
ya no tiene sentido que mire por si te veo cuando paso cerca de la que era nuestra casa,
ya no discutiremos por el decorado del salón,
tampoco por las sábanas.

Ya no discutimos,
ya no puedo sentirme incomprendida,
enfadada, ya no te tengo.

Ojalá volvieras a pesar de todo,
ojalá pudiera disfrutar de esa sonrisa canina
pronunciando "que guapa eres" cómo el último día feliz del final, lo grabé a fuego en mi cerebro vaticinando el desenlace.

Soy incapaz de ver el deslucido,
lo hay y sé que no merece la pena...

Al Niño Etéreo

Dante Gabriel Rosetti - Muerte de Beatrix


Me siento tan pequeña que se me clava el invierno en las costillas, aunque ya es primavera.

Las historias pasadas son gigantes que se alzan por las noches para perturbarnos el pensamiento, haciéndonos salir, buscando aquello que tanto nos pesa.
Te reconcomen el alma a bocados, el tiro al aire fue echado. El olvido ha inundado tus días pero cuando el recuerdo vuelve, te partes en mil pedazos.
Plantear, desmembrar, retozar y aniquilar, corre el tiempo, se engalana el viento, se diluyen los pasos, los momentos, el futuro prometido y te vuelves a sentir pequeño, fuera de tu cuerpo y en invierno.

Te sigo soñando por las noches aunque no te piense, el subconsciente me embadurna de olores familiares aunque más etereos cada vez. Al menos ya no veo tus ojos por los rincones, ni imagino tu forma al otro lado de mi cama, no te veo a menudo en cada cosa ni te espero cuándo llego a casa.

Los tesoros que anhelaba se esfumaron y qué más da, el río sigue su curso y el sol sale cada amanecer, tengo que ser gallo que canta en la mañana, nube recorriendo el mundo y estrella eclipsada por la luna, tengo que mirarte a los ojos y no sentir nada.

Si acaso, me estrellaré con la cabeza en el lomo pardo de los rinocerontes de cuernos rotos, retozando en los charcos... que sería de la aurora y del infierno mío, entumecido e inválido.


El dolor

¿Qué es el dolor para ti?

Una consecuencia, una causa, un desliz...

Una puta perra bastarda que te hace jirones mientras te miras el alma y ves oscuridad, un pozo y el infierno.

Impía noche que acaricias mis pesadillas, tuyo es mi cuerpo.


En mi interior anidan los buitres,
clasifican la carroña que sale de las tripas,
dejan las pieles muertas para causar infecciones
y se llevan los resquicios de vida útil,
cada mañana.

Me alejan del camino,
me invalidan,
me corrompen,
me asfixian,
cada mañana.

Ellos tienen nombres y apellidos:
el recuerdo,
la impaciencia,
la entrega,
el ego,
la ira
y Elisa Jiménez.

¿Algún día seré capaz de liberar las cuerdas enclaustradas en mis ojos?
¿romper la piel desde dentro hacia afuera?
y... ¿afrontar mi realidad con su crudeza perpetua?

Tengo miedo al tiempo porque no pasa.