Fecha y daño



Vivimos en las mentiras enjauladas por sonrisas,
empleamos conexiones rotas
que a veces creaban cortocircuitos
y producían magia.

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Eramos ficción inconexa,
larga y duradera.
Meses dubitativos sin puerto,
y decido acabar con todo,
sin seguridad ni beneficio
atesorando dolores por tu sola presencia, que ya no es sola, ni es mía.

Ver tu fortuna, aquella que fui incapaz de conseguir, me hace vislumbrar un sentido distinto. Necesitabas esa revolución, ese impulso para crecer.

Las fechas avanzan innegablemente y todavía puedo sentirme en ocasiones herida y traicionada, fracasada y poca cosa.
Intento ver un atisbo de luz en nosotros y pocas veces lo consigo, a menos que mire alguna foto y se me caiga el mundo encima al mirarte a los ojos, o al mirarnos.
Duele, no se como descargarlo, quitarlo y soltarlo.
Estoy rota.
Pienso en volver contigo, luego que ya no me quieres (sé que es cierto) y luego impotente porque no se como hacer algo, y en el caso de saber no quiero.
Ya no siento tu orgullo, ni tus ganas, ni tus sueños.

Nos esfumamos como las cenizas con el viento,
el declive del parpadeo que ya no nos lleva a ningún lado.
Nos dejamos morir y nos enterramos, separados, para que las malvas no se juntaran siquiera.
Te sigo viendo a lo lejos y observo entre la tierra  como los gusanos te comen, aunque no quiera.

Dejamos pasar el tiempo entre idioteces sin fundamento
e impulsos olvidados.
Ahora recuerdo los millones de domingos anclados,
las tardes dormidas,
los planes cancelados
y las miradas marchitas de incomprensión.
Ahora veo la hoguera a la que íbamos sin freno.

Las soluciones también se borraron, las luchas terminaron.
La felicidad se ha encargado de ponernos en nuestro lado.




Te escucho con el miedo de la realidad que hace trizas la mía. Deseo que desaparezcas pero tu terciopelo y tus brasas me acompañan y me hacen sentirme una hoja contra el viento, surge el pánico a mi alrededor, me vuelvo frígida y sensible, los pasados arrastran.

Estoy, estaba, estabas.
Hoy, antes, atrás.
¿Ahora?

No puedo.


Golden Leaves - Brad Kunkle