Noctámbulo Cielo

Una noche de domingo sombría, con nubes plateadas cubriendo su cielo.
Unos andares inquietos en una estación de autobuses, una despedida sellada con un beso, un te quiero y un hasta luego sonaron en el aire espeso.
Me subo al autobús, dos minutos me salvaron de perderlo. Con el nerviosismo todavía corriendo por mis poros busco en mi mochila la cartera, la abro y dentro de ella las monedas salieron despedidas unas al suelo y otras a la papelera que estaba justamente debajo. Poso la tarjeta para que pique en la maquina y me agacho para recoger la moneda del suelo, la de la papelera... ya no importa.
Miro al fondo del autobús buscando una cara conocida, imagino una historia que razone porque debería estar allí, pero no la encuentro. Me dirijo al fondo y a medida que avanzo, menos me gusta los rostros de los hombres que se sientan en los asientos, tenían miradas tristes y melancólicas, algunas difíciles de descifrar así que retrocedo y busco los asientos de cuatro, solitarios.
El conductor pone en marcha el aparato y me dispongo a colocarme los auriculares para aislarme de ese ambiente grisáceo.
Una chica se monta en la siguiente parada enfrente de mi, su rostro conocido me hizo recordar tiempos pasados en los que eramos compañeras de clase y ahora ni siquiera nos saludamos. Sus ojos verdes tenían un ambiente triste y su postura recatada era una barrera para desconocidos.
Aleje la atención de ella. En mis oídos sonaba la radio entre vaivenes de la carretera, una canción muy familiar que cantaba con una persona me llevo a aquellos momentos en los que nos regalábamos sonrisas mientras nuestras voces se unían al unísono y nuestras miradas delataban complicidad. Las ausencias pasearon libremente por mi mente rememorando esos tiempos que no volverán. A veces los echo de menos fervientemente.

El paisaje se acomodaba a mi lado, pasaba correteando delante de mis ojos, no paraba un solo instante y aunque lo miraba realmente no lo hacia.

Llegue a mi destino sin darme cuenta conmovida por mis pensamientos y la banda sonora que tenia de fondo. Pulse el botón para la siguiente parada y me desplace a las puertas traseras; al llegar la puerta se abrió y el frío escalo entre mis medias hasta llegar a mi piel. Baje del autobús y las puertas se cerraron tras de mi violentamente. Estaba sola entre aceras mojadas por un pequeño chaparrón, luces de sombras y sonidos desolados. Camine ante una estampa sin atisbo de belleza, cruce la avenida y encontré una puerta abierta que antes tenia un significado y ahora me limita a pasar de largo. Doble la esquina y el viento ya no me mecía, las calles no me seducían, no tenia armonía pues la noche lo cernía todo bajo su cielo de ceniza.