La podredumbre nos ha invadido cada poro,
las venas se han corroído del oxido,
desapareciendo en cada atisbo de realidad perpetua.

El silencio es mejor que el ruido
de una conversación invadida por el desasosiego de la perdida.

El dolor, la noche y un suspiro,
golpes de fuego y olas verdugas,
el adiós clama al cielo,
verte amanecer es el segundo plan
y el tercero,
una balada triste interpretada a piano en la sonata patética.

Ya te has ido, no he podido hacer nada,
ya te has ido y el olvido, tu mirada y los miles de abrazos que me diste dejaron su calor impregnado en fantasmas.

Estoy mejor sin ti,
decía la piedra.
Estoy mejor sin ti,
decía la reina.
Estoy mejor sin ti,
nada queda...

Tus ojos, tu piel morena y el aroma a sexo en tu habitación,
un milenio, un reclamo, un día y la condena.