Ya no puedo



Las decisiones que tomas pueden cambiar tu vida del día a la mañana por eso les tengo tanto miedo.

Ya no puedo llamarte amor,
te has esfumado y ni una palabra me debes ni crees que merezca.

He sacado todo lo malo de mi y estoy sumida en el infierno de mis pensamientos,
ya no tiene sentido que mire por si te veo cuando paso cerca de la que era nuestra casa,
ya no discutiremos por el decorado del salón,
tampoco por las sábanas.

Ya no discutimos,
ya no puedo sentirme incomprendida,
enfadada, ya no te tengo.

Ojalá volvieras a pesar de todo,
ojalá pudiera disfrutar de esa sonrisa canina
pronunciando "que guapa eres" cómo el último día feliz del final, lo grabé a fuego en mi cerebro vaticinando el desenlace.

Soy incapaz de ver el deslucido,
lo hay y sé que no merece la pena...

Al Niño Etéreo

Dante Gabriel Rosetti - Muerte de Beatrix


Me siento tan pequeña que se me clava el invierno en las costillas, aunque ya es primavera.

Las historias pasadas son gigantes que se alzan por las noches para perturbarnos el pensamiento, haciéndonos salir, buscando aquello que tanto nos pesa.
Te reconcomen el alma a bocados, el tiro al aire fue echado. El olvido ha inundado tus días pero cuando el recuerdo vuelve, te partes en mil pedazos.
Plantear, desmembrar, retozar y aniquilar, corre el tiempo, se engalana el viento, se diluyen los pasos, los momentos, el futuro prometido y te vuelves a sentir pequeño, fuera de tu cuerpo y en invierno.

Te sigo soñando por las noches aunque no te piense, el subconsciente me embadurna de olores familiares aunque más etereos cada vez. Al menos ya no veo tus ojos por los rincones, ni imagino tu forma al otro lado de mi cama, no te veo a menudo en cada cosa ni te espero cuándo llego a casa.

Los tesoros que anhelaba se esfumaron y qué más da, el río sigue su curso y el sol sale cada amanecer, tengo que ser gallo que canta en la mañana, nube recorriendo el mundo y estrella eclipsada por la luna, tengo que mirarte a los ojos y no sentir nada.

Si acaso, me estrellaré con la cabeza en el lomo pardo de los rinocerontes de cuernos rotos, retozando en los charcos... que sería de la aurora y del infierno mío, entumecido e inválido.