Puta ilusa


Soy la puta ilusa de siempre
Aquella que piensa que te arrepientes
Aquella que piensa que me entiendes

Quién espera más cada mañana
Quién se duerme sin ganas de nada

Ilusa te intento odiar,
Ilusa te quiero abandonar

Y vuelves y vuelves sin pena ni gloria
Y vuelves con palabras embaucadoras

Fantasma eres de mis pesadillas,
Fantasma entre mis sábanas de soberbia

¡Exorcisame de tu presencia!


Deforme

Odio la perfección.
Nunca tuve precisión, nunca supe cortar un inmenso filo en linea recta, ni siquiera escribir al derecho en un folio blanco. Soy de esas personas que prefiere los flecos, las curvas, salirme de la linea establecida a la hora de dibujar. Tengo las manos llenas de cortes a causa de mis imperfecciones, es divertido ver su cicatriz imperante.

Lo perfecto se torna calumnia y utopía, no existe. ¿No lo veis? Desde el principio de los tiempos el ser humano ha buscado la belleza, la bondad, el valor... todo acometido por el ideal de perfección. Los antónimos de estas palabras regalan visiones distintas, más ricas en formas y sin tantos arquetipos.
A mi que lo rocambolesco me apasiona, que lo distinto me enajena y que el atrevimiento corre por mis venas no dejo de buscar la autenticidad en mi día a día.

UNA MÁRTIR

En medio de frascos, telas sedosas,
y muebles voluptuosos,
de mármoles, pinturas, ropas perfumadas,
que arrastran los pliegues suntuosos,

en una alcoba tibia como en un invernadero,
donde el aire es peligroso y fatal,
dónde lánguidas flores en sus ataúdes de cristal
exhalan su suspiro postrero,

un cadáver sin cabeza derrama, como un río,
en la almohada empapada,
una sangre roja y viva, que la tela bebe
con la misma avidez que un prado.

Parecida a las tétricas visiones que engendra la oscuridad
y que nos encadenan los ojos,
la cabeza, con la masa de su crin sombreada,
y de sus joyas preciosas,
en la mesilla de noche, como una planta acuática,
reposa, y, vacía de pensamientos,
una mirada vaga y blanca como el crepúsculo
escapa de sus ojos extraviados.

En el lecho, el tronco desnudo, sin pudor,
en el más completo abandono, muestra
el secreto esplendor y la belleza fatal
que la naturaleza le donó.

Una media rosada, adornada con hilo de oro, en la pierna
ha quedado cual recuerdo.
La liga, al igual que un ojo secreto que llamea,
lanza una mirada diamantina.

El singular aspecto de esta soledad
y de un gran retrato voluptuoso,
de ojos provocativos como su actitud
revela un amor tenebroso,

una culpable alegría y fiestas extrañas,
llenas de besos infernales,
que regocijarán a los ángeles malos
nadando entre cortinas y chales.

Sin embargo, al ver la esbeltez elegante
del hombro y su trazo quebrado,
la cadera levemente afilada, y la cintura ágil
lo mismo que un reptil irritado, se advierte
que ella es joven aún. -Su alma exasperada
y sus sentidos mordidos por el tedio,
¿se habían entregado a la jauría enfurecida
de deseos errantes y perdidos?


El hombre vengativo al que no pudiste, viviendo,
a pesar de tanto amor, aplacar,
¿sació en tu carne, inerte y complaciente,
toda la inmensidad de su deseo?


¡Responde, cádaver impuro! ¿Por tus rígidas trenzas
te levantó con brazo febril?
Dime, cabeza horrible, ¿en tus fríos dientes
hay aún sus últimos adioses?


-Lejos del mundo burlón, lejos de la multitud impura,
lejos del magistrado curioso,
duerme en paz, duerme en paz, extraña criatura,
en tu sepulcro misterioso;
tu esposo corre el mundo, y tu forma inmortal
vela junto a él cuando duerme;
lo mismo que tú sin duda te será fiel
y constante hasta la muerte.

Charles Baudelaire, Las Flores del Mal, "Una mártir".