El vértigo se disipa con el haz de luz que irradia el camino.
- ¿Ves el horizonte?
- A mi me queda muy lejos.

La planta de mis pies se apoya en tinta negra, dándole tierra a cada uno de mis pasos, sintiendo que pronto podré correr, más que antes incluso, porque mi mochila está dejando atrás el peso que me hacía ser quién soy, o eso creía.
Voy a soltar la cuerda del pretérito pluscuamperfecto a ver si así logro darte mi calor, olvidar mi guarida de secretos, que tan celosamente he guardado y privar del miedo al espejo que me atraviesa.

Uno, dos, tres, siento el interior de tus labios, a golpe lento.
Cuatro, cinco, seis, tus manos y el invierno de mi sueño.
Siete, ocho y nueve, verdad o atrevimiento.
Diez... la mejor versión de la canción que no creí poder escribir.

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