La combustión efímera de la razón

Si pudiera darte un beso
me quemaría,
porque el deseo de tenerte me incendia.
Lejos y yo tan cerca
del abismo oscuro,
cerca,
y yo tan lejos de tus charcos.

Si pudiera darte un beso
el destierro engalanado por las mañanas se marcharía,
me recogerías
del destiempo y para eso no queda era.

Dame un beso,
te lo suplico
que del deseo los labios se envenenan,
la cabeza se enfría
al ritmo de la entrada de la primavera,
y los árboles nunca despiertan.

La diferencia,
marcada
La diferencia,
creada.

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